HABLEMOS DE TEA Y ESCULTISMO

Para contribuir a una sociedad más justa y equilibrada es necesario que las organizaciones sociales tengamos una voluntad clara de trabajar para lograr cada día ser más abiertas y conseguir la inclusión real, sin ningún tipo de discriminación, de todas las personas. La inclusión significa en nuestro contexto, básicamente, brindarle a la otra persona la oportunidad de participar de una experiencia de aprendizaje en un espacio común, donde todos son sujetos activos en la misma. Una oportunidad que, desde sus posibilidades, le permita construir un aprendizaje, junto con otros sujetos que tienen otras posibilidades distintas.

Entrevistamos a Angel Sosa Peñate, Potage, del G.S Camelot de Scouts-Exploradores de Canarias, diplomado en Magisterio, especialista en Educación Especial, Licenciado en Psicopedagogía y scouter desde hace quince años, nos responde a estas preguntas prácticas sobre la inclusión de niños, niñas y jóvenes con algún trastorno del espectro autista en los grupos scouts.

P: ¿Cómo nos definirías en pocas palabras, qué es el Trastorno del Espectro del Autismo (TEA)  y qué implica a la hora de relacionarse socialmente?

R: El Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) es un trastorno del neurodesarrollo, con una una serie de síntomas comunes a todos los individuos que la presentan pero con grados muy diferentes de cada uno de ellos en las diferentes personas. Para entenderlo mejor, podríamos imaginarnos una serie de vasos, siendo estos los diferentes síntomas que se pueden presentar dentro del espectro. Para cada persona, cada uno de estos vasos está lleno a un nivel diferente y, de la mezcla de todos surge una proporción única. Esto nos posibilita una amplísima variedad de posibilidades de personas con TEA. Por eso se lo define como un Trastorno del Espectro. Sus características fundamentales serían Aislamiento social, con interés social pero dificultad para entender a los demás, dificultades para utilizar el lenguaje en situaciones sociales y pensamiento rígido e inflexible, con necesidad de rutinas y organización y dificultades en la imaginación. A esto se le considera la Triada del Déficit.

 P: ¿Cuál es tu experiencia con niños y niñas con TEA?

 R: Mi primera experiencia con jóvenes con TEA fue como maestro en un centro específico de Educación Especial, donde durante casi un curso escolar fui tutor de uno de los dos grupos-aula de jóvenes con TEA. Era un grupo de 5 adolescentes, principalmente con autismo severo. Por otro lado, en mi grupo scout, siempre nos hemos mostrado abiertos a intentar romper barreras y aventurarnos a integrar y facilitar la integración de niños, niñas y jóvenes con necesidades educativas especiales, entre ellos, muchos chicos y chicas con TEA, con unos niveles menos severo que con los que trabajé en el aula. Con ellos he sido scouter de las secciones Lobatos y Scouts.

P: Dentro de un grupo scout, ¿Hay que prestar a estos niños/as atenciones especiales?

R: Hay que prestar atención especial a cada uno de los niños/as y jóvenes, así como a los scouters que tenemos en los grupos scouts. El principio de la diversidad nos incluye a todos y todas. Por ello, la mayor “dificultad” dentro de la manera inclusiva de educar, debe ser dar atención diversa a cada individuo. No tendría sentido tratar a toda una sección igual, y a un lobato o lobata tratarle diferente por presentar TEA, síndrome de Down o ceguera. El objetivo es tratar a cada persona de una manera diferente, adaptada a cada uno de ellos, en nuestra manera de hablarles, de exigirles, de apoyarles, etc.

Nuestro método en los scouts tiene como principio fundamental la educación individualizada. Nuestras actividades son fácilmente adaptables, pues el objetivo final de nuestro trabajo es la educación en valores y no tanto el aprendizaje de habilidades. Cualquier actividad, bien enfocada, nos ayuda a desarrollar el escultismo, por lo que nuestro método es fácilmente adaptable a los niños y niñas que tengamos delante, sus intereses, motivaciones, capacidades y necesidades.

Si un equipo de educadores/as sabe valorar adecuadamente a cada uno de sus educandos, fácilmente podrá adaptar sus programaciones para que todos se sientan parte, propiciando diferentes actividades donde cada uno destaque, o rescate lo que necesite para su mejora individual dentro del grupo.

P: ¿Tenéis personal de apoyo en estos casos, igual que en los colegios?

R: En mi grupo tenemos la suerte de contar con muchos scouters que, por formación, trabajan la atención a la diversidad, pero no todos. Hemos visto la capacidad transformadora del escultismo y cómo puede ayudar a personas que, en otros entornos, tienen dificultades de integración o inclusión, y no sólo personas con TEA. Esto nos dota de cierta sensibilidad que suple la necesidad de tener personal de apoyo. Aún así, como educadores/as, entendemos que lo que uno/a no es capaz de hacer solo/a,  lo podrá hacer con ayuda, y tanto a mí como a otros scouters con experiencia en la materia, se nos pide consejo en estos temas como profesionales. El principio básico de la atención a la diversidad es aprender a leer las necesidades de los otros, adaptarnos nosotros y adaptar el entorno, para facilitar su inclusión en el grupo. Observar, analizar, adaptar, probar, rectificar y volver a observar, con grandes dosis de cariño, es una secuencia lógica y útil para convivir y educar a otras personas, con o sin necesidades especiales.

P: ¿Cómo puede ayudar el grupo scout a estos niños y niñas en su desarrollo como personas comprometidas y ciudadanas críticas en la edad adulta?

R: Creo que lo mejor que hacemos en los grupos scouts es generar climas de confianza que permiten el crecimiento personal mediante la asunción de nuevas responsabilidades: nuevos retos. Lo que vemos en un grupo scout pocas veces se genera igual fuera de este. La gente se siente segura, querida y eso favorece el aprendizaje y la auto-superación personal. Eso también ocurre en los niños, niñas y jóvenes con TEA. Se sienten queridos, valorados, seguros de que pueden ser quienes son y no dudan en arriesgar.

En mi grupo hemos visto niños con TEA cantando en un Festival de la Canción Scout Regional y su maestra de música del colegio, que era  jurado, no daba crédito a que participara como uno más. A un scout con TEA siendo guía de su sección, un lobato con TEA bailando como Michael Jackson en un fuego de campamento, o un rover con TEA contando a sus compañeros en el clan cualquier cosa que fuera de su interés.

Si nos sentimos aceptados y respaldados, aumentan nuestra confianza y autoestima, y con ello una formación de carácter positiva que favorece que seamos adultos comprometidos y críticos. El escultismo en este sentido ofrece el marco y las herramientas para conseguir estos fines con todas las personas.

P: ¿Qué limitaciones tienen?

R: Todos debemos ser conscientes de nuestras propias limitaciones y de las limitaciones de nuestros grupos scouts, más que del escultismo como método. Se dan limitaciones de recursos humanos para atender a un determinado grupo. Puede que una sección de lobatos muy grande, con pocos educadores («viejos lobos«) no se pueda atender adecuadamente a la diversidad, porque los educadores no pueden adaptarse a cada uno de los lobatos y lobatas que tienen a su cuidado. Otras veces, también puede ocurrir que un determinado equipo de educadores y educadoras no sea el mejor grupo humano para incluir a una determinada persona. Y esto no solo nos ocurre con niños, niñas o jóvenes con TEA, sino con cualquier persona.

No debemos considerar esto como algo malo, sino aceptar que las relaciones interpersonales son complejas y tienen sus dificultades. Personas muy tímidas en unidades grandes a veces no encajan, igual que niños o niñas muy activos en unidades pequeñas en momentos determinados.

Pero también es verdad que muchas veces las limitaciones nos la ponemos nosotros mismos. Como anécdota contar que, cuando yo tuve el rol de Akela en mi sección de lobatos, llegó un nuevo lobato con TEA al grupo. El monitor que hacía de Baloo, en su tónica habitual, fue a abrazarlo nada más entrar y de golpe se paró en seco, se giró y me preguntó si podía. Le dije que lo observara primero y después valorara. En seguida, Baloo estaba dándole abrazos y jugando con él, como un lobato más. Cuando acabó la reunión nuestro nuevo pietierno (aspirante a scout) se iba sin despedirse de nadie y Baloo lo llamó para darle un beso de despedida, cosa que hizo este nuevo lobato. Su madre no se lo creía. Posiblemente poca gente lo había intentando en tan poco tiempo y esta vez funcionó.

P: ¿Qué aprenden los niños y niñas que conviven con otros niños/as con algún trastorno del espectro autista?

R: Todos debemos aceptar la diversidad en su enfoque más amplio. Aceptar que tenemos los mismos derechos y merecemos oportunidades adaptadas a nuestras características personales. Esto nos ayudará a todos a ser mejores personas.

La sociedad actual pretende homogeneizarnos dentro de un único patrón de conducta y logro social. Mostrar a nuestros educandos que nuestras diferencias nos hacen especiales, únicos y maravillosos es uno de los grandes retos de la educación de los próximos años. Así podremos atacar los problemas autoestima que sufren muchos de nuestros niños, niñas y jóvenes.

En el caso específico de los niños y niñas con TEA, convivir con ellos nos enseña a aceptar las diferencias que existen a la hora de relacionarse con los demás, a tener que adaptar nuestro discurso y manera de tratar a los demás, a respetar los tiempos y maneras de los demás, y a exigirles, como a uno más, cuando se es capaz de realizar las responsabilidades que se les ha encomendado.

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