Me encantan las historias con sociedades irreales, del futuro, o del pasado: Desde Blade Runner, Star Wars, Mad Max, Yo Robot… hasta El señor de los anillos, Juego de Tronos… o las más elaboradas 1984 o Un mundo feliz.

Debe ser por eso, que hace poco tuve un sueño en el que se me aparecían unas poblaciones bulliciosas, en las cuales sus individuos vivían en comunidades similares en tamaño, unos ochenta mil en cada una de las metrópolis.

Pues bien, la mayor parte de los individuos se pasaban el tiempo trabajando, desplazándose solitariamente, grandes distancias, sin que eso fuera un problema pues su autonomía de viaje es increíble, a unas centrales foto-térmicas pequeñas a las que llamaban Fuentes Ligeras para Obtención de Recursos (F.L.O.R.) de las que extraían un líquido pringoso rico en azucares que servía para nutrirse ellos mismos y dejaba un excedente para llevarlo al poblado y servir de alimento al resto de la colonia, a este proceso llamaban pecoreo. Las Fuentes se agotaban, pero, no sabían muy bien cómo, cuanto más extraían de ellas, más fuentes surgían en la misma zona.

Cuando un individuo descubría una acumulación de Fuentes indicaba el camino al resto mediante un curioso baile en el que combinaba una agitación con un movimiento de… culo. Algo cómico lo sé, pero no podemos elegir lo que pasa en los sueños.

La organización del pueblo era bastante sencilla, se dividían en tres castas:  los trabajadores en general, los llamados vagos, de movimientos torpes, que pululan haciendo trabajos menores como repartir el alimento, y a veces, cuidando de las crías; y la Mater Queen, la única hembra con capacidad para procrear.

Entonces, de la noche a la mañana, en el ambiente empezó un fuerte olor y los individuos comenzaron a morir asfixiados, solo algunos, mientras, al mismo tiempo, algunos campos de Fuentes aparecieron arrasados, como abrasados por un fuego voraz. Los pobladores, de olfato finísimo, pues encontrar su sustento dependía de ello, detectaron hasta siete apestosos olores a los que llamaron IMI, TIA, CLO, FIPRO, CLOR, CIPER y DELTA, pero el hecho de conocer su nombre no les libró de sufrir sus efectos: algunas crías nacían con malformaciones o muertas, los individuos jóvenes eran incapaces de aprender como pecorear, ¡hasta habían olvidado como hacer sus propias casas!

A esto, hay que añadir que todos mostraban debilidad y falta de ganas de vivir y esto, provocaba que algunas enfermedades que, hasta entonces padecían ligeramente, se convirtieran en graves e incluso mortales. Esto lo achacaron al hambre: las cantidades de comida eran tan escasas que llegaron a morir metrópolis enteras.

Lo que había empezado siendo un sueño ya es una pesadilla.

Las abejas son el eslabón perdido, pero en la cadena entre los animales y los vegetales, y si se rompe el futuro se plantea inseguro. Y ya se sabe que una cadena es tan fuerte como lo sea su eslabón más débil.

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