UN PASEO POR EL ROVERWAY

Captura de pantalla 2016-08-26 a las 8.47.57Roverway. Rover ¿qué? Todos habíamos oído hablar de ello, pero muchos no sabíamos en qué consistía exactamente. Buscamos información, preguntamos a la federación y a través de los antiguos participantes conseguimos captar la esencia de lo que era realmente la experiencia del Roverway. Un evento internacional en el que participantes de 16 a 21 años se dividen en pequeñas patrullas de ocho, a las que se les asigna una ruta la cual compartirán con patrullas del resto de países. Cada ruta tiene una duración de 7 días en diferentes puntos del país en el que se celebre. Después toda la ruta es trasladada al campamento central donde se reúnen todos los rovers participantes junto con la organización y los IST’s y realizan actividades durante 4 días.

Los preparativos fueron al principio un poco caóticos, inscripciones, contraseñas, rutas, comprar billetes… Pero el agobio y el estrés no fueron suficiente para eclipsar las ganas y la emoción que sentíamos todos por ir, por visitar Francia de una forma distinta a como lo haríamos si fuésemos de viaje con amigos o la familia. Llegamos, nuestro team leader recogió las acreditaciones y nos fuimos a la zona de inauguración, donde rebosaba la expectación por el comienzo de una nueva aventura. Aún sin haber empezado, ya estábamos relacionándonos con el resto de participantes, y fichando las pañoletas que tanto ansiábamos cambiar. Al terminar la inauguración y reunirnos por rutas, nos dimos cuenta de que nos esperaba algo único. La experiencia en la ruta fue increíble, desde el primer minuto no hubo ningún tipo de barreras a la hora de trabajar, relacionarse y compartir las distintas maneras de vivir el escultismo. Daba igual si no sabías mucho francés, inglés o cualquier otro idioma, fuera como fuese acababas comunicándote con el resto y dando tu opinión para todo. Según avanzaban los días, te ibas dando cuenta de que empezabas a formar parte de una pequeña gran familia. Familia que nada más llegar al campamento central se hizo enorme. Esos 4 días de actividades interculturales, de ir y venir para conseguir cambiar cualquier cosa del kit, de enfadarnos con el DJ de la discoteca porque ponía temazos y los cortaba a la mitad, de comida algo escasa, culpable de mareos y desmayos, de reuniones de contingente, de duchas de agua fría cuando se no había prometido el cielo con agua caliente, de sabernos de memoria el baile de la canción del Roverway y casi aborrecerla, de pelearnos con el resto de participantes por esa primerísima fila frente al escenario… esos días nos han hecho crecer y redescubrirnos a nosotros mismos, darnos cuenta de que somos capaces de hacer cosas que si no nos hubiésemos puesto en esa tesitura, ni siquiera las habríamos intentado. Pero, sobre todo, para darnos cuenta de que formamos parte de algo muy grande y muy especial.

Tras la dura despedida de nuestros ya hermanos scout, volvimos a casa con el macuto lleno de experiencias, recuerdos inolvidables y grandes lecciones sobre la vida y el escultismo. Dejando de lado cualquier duda sobre si merece la pena o no asistir a eventos de este tipo. Porque sin pensarlo más de dos veces volveríamos a estar sur la route.

No te pierdas la galería de fotos del Roverway aquí.

Patricia Rodríguez y Ana Aguilar, Exploradores de Madrid.

 

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