¿CONOCES LO QUE COMES?

La respuesta es NO. En el super hay muchos aceites, salsas de tomate, frutos secos, refrescos de cola… y sólo una manera de diferenciarlos: su etiqueta.

Primer bulo: los alimentos salen todos de la misma fábrica. NO: date una vuelta por tu localidad verás como hay varias empresas que fabrican alimentos iguales.

Segundo bulo: las marcas blancas las hacen las mismas empresas, pero con materias primas de baja calidad. NO: en parte, hay muchísimos productos de marca blanca y cada uno puede proceder de diversos orígenes. El por qué suelen ser más baratos, hay que buscarlo en la etiqueta. A veces porque no contienen ciertos ingredientes, a veces porque no conllevan un gasto en marketing y a veces, esta vez sí, porque usan materias primas de segunda calidad. Pero tranquilidad, los alimentos que consumimos están garantizados por el Ministerio correspondiente a través de la agencia de Seguridad alimentaria (hacen miles de análisis cada año al respecto).

Un modo de informarse sobre un alimento es la etiqueta, puedes llevar una lupa, que no te dé vergüenza; en la etiqueta debes encontrar:

  • Ingredientes: trata de buscar productos que contengan pocos ingredientes. Es decir, el pan se hace con harina, levadura, agua y sal… y nada más.
  • Elementos poco sanos o peligrosos: para ciertas personas, sobre todo la sal para los hipertensos, pero también la cafeína, el alcohol…
  • Presencia de Alérgenos: Cacahuetes, gluten, lactosa… hay gente a la que consumir estos ingredientes les causa problemas, serios, de salud.
  • Fecha de consumo preferente: Después perderá algunas propiedades, o de caducidad: Connsumirlo después puede ser peligroso para la salud.
  • Información nutricional: Algo compleja de analizar, pero siempre interesante. Sirve para hacer una dieta sana y variada.
  • Intentemos evitar las grasas de productos procesados, más “industriales”. Y huir también de las ‘trans’, típicas por ejemplo de la bollería. Recuerda que para fabricar el aceite de palma se esta deforestando la selva tropical, y dejando sin casa a los orangutanes.
  • Aquí vienen el montón de números que nadie entiende y en el que se reúnen, con una E- delante, una serie de ingredientes que sirven para: cambiar el color, o dar más brillo al producto, hacer que tenga espumita (la nata), o una textura más cremosa… no son peligrosos, pero en su gran mayoría son innecesarios.
  • Origen: intenta que tus alimentos viajen lo menos posible.

¿Te gustaría una merienda a base de glicina, almidón, ácido oxálico-E300 y gas etileno? Dirás que no de entrada, pero es lo que tiene un plátano, fresco y recogido de buena mañana sin tratamiento alguno. Además de otros 50 componentes químicos. Y no es malo, sólo es química.

Intenta evitar los alimentos con regalo, intentan distraer nuestra atención del alimento que realmente estamos comprando; piensa también que en la etiqueta suele haber muchos colorines, dibujos o frases del tipo “producto natural”, “autentico”, “de la tierra” y hasta “como lo hacían nuestros abuelos” que no aportan información y en si son para confundirnos (¿Cuántos abuelos hay en el mundo?). Lo que si que vale son las etiquetas oficiales de calidad: productos ecológicos, comercio justo, pesca sostenible…

Otro modo de informarse, es hablar con nuestro tendero de confianza y charlar un rato sobre el origen y calidad de los productos que vende. Él es el primer interesado en que sus clientes habituales disfruten de los alimentos que se llevan.

¿Qué puedes hacer tú?

  • Cuando hagas compras para campamentos, hazlo en mercados de barrio, o en la localidad a la que te desplaces. Favorece el comercio local.
  • Infórmate sobre los productos, haz una planificación desde la perspectiva de una alimentación sana.
  • Degusta lo que cocines y haz memoria: una vez que se prueba un alimento de calidad, cuando se repite con otro algo peor, no podemos evitar sentir que no nos gusta tanto.

Para saber más: El traductor de etiquetas.

Buena Caza y Largas Lunas.

 

 

 

 

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