Despedida Campamento Rover

Escribo desde el tren que me lleva a Sevilla, y más tarde, a mi campamento de grupo. Este es, creo recordar, el cierre de este diario y mi despedida.

No sé por dónde empezar. La satisfacción que produce ver que el trabajo de meses hace algo más felices a los demás, y que lo que haces vale la pena, produce una alegría que es difícil alcanzar de otra forma. Y por eso, creo que no puedo más que dar las gracias.

Griébal. Punto de referencia de la gran mayoría de los scouts de España y de muchos de otras partes del mundo. Gracias por permitirnos depositar allí mis ilusiones y las de tantas personas más, y hacerlas crecer.

A los rovers, que habéis hecho de esto lo que tenía que ser. No todos los días podemos decir que hemos visto funcionar a un clan de ciento cuarenta personas. Debéis estar orgullosos de poder decirlo y de haber formado parte de ello, y espero de verdad que lo que habéis ganado os acompañe durante todo vuestro viaje y os sirva de apoyo en momentos difíciles, cuando debáis elegir vuestro lado de la horquilla. Gracias por la música, por las horas, por los gritos, por los “ojalá esto no fuera a acabarse”, y gracias por haber sabido afrontar cualquier situación con una sonrisa. Gracias porque la respuesta a la frase “no se puede cruzar el río” haya sido “mejor, un día más de campamento”. No podríais haberlo hecho mejor.

A vosotros, scouters, piezas fundamentales de este juego. Sin vosotros esto no sería posible. Gracias por no cuestionar la palabra de las dos rovers de la organización, debe ser complicado. Gracias por ponernos a prueba en la justa medida y por facilitar las cosas como lo habéis hecho. He aprendido mucho de vosotros, sé que llevo amigos de por vida.

Y por último, mil y una gracias a nuestro equipo, nuestra pequeña familia en estos días. Por comprender los fallos, por saber improvisar cuando hace falta, por mantener la calma y por enseñarme cuándo vale o no la pena preocuparse en exceso. Gracias, Silvia, mi compañera y amiga, por tener cada día una sonrisa para mí. Ojalá te tuviera siempre a mi lado. Eres el roverismo hecho persona.

¿Qué he aprendido? He aprendido que no debemos dejar pasar ni una sola de las oportunidades que la vida nos brinda, porque no suelen llamar a la puerta una segunda vez. Y que si lo hacen, debemos dejarlas entrar y pedir disculpas por no haberlas sabido aprovechar desde el principio. Que debemos seguir nuestras pasiones y que no importa a dónde vaya nuestro tren, siempre debemos disfrutar de las vías.

Vuelvo a casa con la sensación de haber superado un reto que no estaba segura de poder superar, de haber vuelto a vivir el roverismo como hacía tiempo que no lo vivía. De haber hecho un poquito más grande mi familia. Espero de corazón haber aportado algo a vuestra felicidad.

Ayer por la mañana, viendo la lluvia caer a raudales desde Casa Custodio, y ante la posibilidad de no poder cruzar el río, no fui capaz de asustarme. Porque estaba en el lugar en que quería estar, con las personas con las que quería estar y sabiendo que todas ellas compartían el mismo pensamiento: que hemos hecho roverismo con mayúsculas… ¿Sí o no?

“El río tranquilo que ríe y que llora yo nunca lo podré olvidar”. Buena caza y largas lunas.

Irene.

Nueve de agosto de dos mil quince.

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