Fernando de los Ríos y una lección de ciudadanía scout
Fernando de los Ríos Urruti nació en Ronda en 1879. Fue catedrático de Derecho en la Universidad de Granada en 1911. Aconsejado por su tío Giner de los Ríos, entró en la Institución Libre de Enseñanza. De 1931 a 1933 fue Ministro Instrucción Pública y Bellas Artes, hoy Educación y Ciencia, durante la II República, entre otros cargos. Falleció exiliado en Nueva York en 1949. Desde 1980, sus restos descansan en Madrid y su retrato en la galería del MEC.
En un homenaje de la Universidad de Granada a Fernando de los Ríos en 1997, Manuel Fernández Montesinos relató sus vivencias como pariente de don Fernando al que trató siempre como tío, ya que su madre era Concha García Lorca, hermana del poeta. Habló de la etapa de convivencia íntima de las dos familias De los Ríos y García Lorca en el exilio de Nueva York, tras el matrimonio de Laura de los Ríos con Francisco García Lorca en 1942.
La creencia en la enseñanza como instrumento para mejorar la sociedad, a través de la mejora de cada una de las personas que la componen, introdujo la anécdota del “uniforme scout azul marino”. La familia García Lorca, después de dos años en un pequeño pueblo de Nueva Jersey, se trasladó a Nueva York, Manuel Fernández Montesinos ingresó en una escuela privada en septiembre de 1942, cuando acababa de cumplir diez años. En su clase había un gran entusiasmo por los “Boy Scouts”, los Exploradores. Durante algunas semanas fue a reuniones en las que salían al parque, hacían nudos y acababan jugando al “baseball”.
Después de varias reuniones surgió el problema del uniforme, pues no tenía uniforme scout. En los scouts norteamericanos, como en todo el mundo, había dos categorías fundamentalmente, en palabras de Montesinos: “Los propiamente dichos, que llevaban uniforme caqui, con bombachos, estilo Stanley y Livingston y los “cachorros” o Lobatos que llevaban uniforme ¡horror!, color azul marino. Cualquiera le decía a mi abuelo que su nieto iba a llevar un uniforme azul marino, aunque fuese para hacer nudos, tras la Guerra. La adquisición del uniforme parecía un imposible. Después de más semanas de reuniones, estando ya harto de oír, “where’s your uniform?” llegaron las Navidades. El día de Pascua nos trasladamos la familia García Lorca al piso de la De los Ríos, a escasos metros. Una vez allí, después de desenvolver varios paquetes menores, me llamó tío Fernando, me llevó hasta su dormitorio y me entregó un paquete de mayores dimensiones que los primeros. Lo abrí y dentro estaba el uniforme azul marino de los Lobatos. El uniforme azul marino y una lección que no se me olvidará nunca. Me vino a decir tío Fernando, algo así como, que hay cosas y uniformes que pueden tener el mismo color, pero que en nada se parecen; que lo importante no es el color, sino el significado, no lo superficial, sino la esencia, y la esencia de los Scouts es educativa y estimulante”.
Don Fernando conocía muy bien a los Exploradores. Tuvo numerosas ocasiones de verlos, y de que Luis López-Dóriga, su fundador en 1913 en Granada, y Julio Quesada-Cañaveral, Duque de San Pedro de Galatino y segundo Presidente de los Exploradores de España de 1917 a 1920, se lo explicaran en los distintos actos que desarrollaron en la Universidad y en otras actividades, coincidiendo en los fines educativos, de formación humana y profesional, que los Exploradores proporcionaban en Granada, una de las “avanzadas pedagógicas” de los Scouts en España. Por cierto, que el último acto público como Alcalde de Granada del padre de Manuel Fernández Montesinos fue acompañar los restos mortales del Duque de San Pedro de Galatino, con gran número de ciudadanos y jóvenes Scouts, desde la llegada del féretro a la estación de tren hasta la Catedral, el 17 de julio de 1936. Dos días después, su padre fue detenido en el Ayuntamiento, paradojas de la vida, por el coronel Del Campo, que fue Jefe de los Exploradores granadinos, institución educativa que en los años treinta había sido restituida en Granada con el patrocinio del médico y Rector Alejandro Otero.
Baden-Powell, nuestro fundador mundial en 1907, estamos en el “Año del Centenario Scout”, escribió sobre el “uniforme scout” en distintas ocasiones, entre ellas:
“A menudo he dicho que me importa un pepino si un scout usa uniforme o no, siempre y cuando ponga su corazón en el trabajo y cumpla con la Ley Scout. Pero la realidad es que es raro el scout que no viste su uniforme si puede permitirse comprarlo. Es cómodo y el Espíritu Scout impulsa a vestirlo (Guía para el Jefe de Tropa Scout, 1944)
Para el muchacho un uniforme es una gran atracción. Puede ser como la vestimenta que usan los montañeros. El uniforme también contribuye a la Hermandad, ya que cuando se adopta en forma universal cubre todas las diferencias de clase y país. Además, contribuye a la higiene (Lecciones de la Universidad de la Vida, 1933)”.
Antonio Alaminos López, miembro de ASDE Scouts de Andalucía.