No soy lo que se dice una fashion victim. Me visto con lo primero que pillo en el armario, ropa cómoda y barata. Sin embargo, noto en la chavalería un gusto por vestir ropa cada día diferente, por vestir imitando la moda de las cuadrillas y haciéndolo con ropa algo emperifollada. Como scouts críticos con el mundo que nos rodea, debemos reflexionar sobre algo tan habitual como abrir el armario y ponerse ropa.

Pasamos casi todo el tiempo vestidos, salvo en verano que podemos ir ligeros de ropa o en casa, según las costumbres, y quizá no estaría de más abrir un debate sobre el naturismo o el nudismo. Pero dejémoslo ahí: la ropa es necesaria.

El concepto fast fashion nos ha invadido ya: ropa de usar y tirar.  No puedes ponerte lo mismo que la temporada anterior, ni siquiera la misma ropa que hace 1 mes o una semana. Curiosamente la estética de dicha ropa es desaliñada: pantalones rotos, colores desgastados, tallas amplias que parecen diseñadas para cuerpos más grandes que el tuyo… Suele ser ropa que se estropea rápidamente pero da igual. Es barata y siempre hay una tienda cerca para reponerla. Pero eso tiene un precio.

O mejor dicho tiene 2 precios: uno ecológico y otro social. El primero es evidente: para producir necesitamos consumir energía y agua, además de otras materias primas, que contaminan el planeta por el camino. Pero de esto ya hablarán otros compañeros por aquí (o podéis investigar en vuestros grupos).

El segundo es social, o moral, como prefiráis. En 2013 en Dhaka, Bangladesh, un edificio se derrumbó, una desgracia enorme que destapó las condiciones de miseria en que trabajan miles de seres humanos que alimentan la industria de la ropa de usar y tirar. Murieron 1.129 personas y hubo también 2.515 heridos. En los años 80 la industria textil supuso un alivio para países cuyas economías no eran capaces de salir de la miseria, pero 25 años más tarde los beneficios de esas medidas no han llegado a los trabajadores que las soportan. Se habló incluso de trabajo esclavo: niños y niñas trabajando hasta 72 horas semanales (12 horas al dia), sin contrato por escrito y atención, sin poder abandonar las instalaciones de la fábrica.

¿Qué puedes hacer para mejorar la situación?

  • Elige prendas de un solo material: algodón, lino, lana… Evita los materiales plásticos y las mezclas. Prioriza los materiales naturales. Lee la etiqueta.
  • Elige prendas sencillas: sin estrellitas, apliques, lentejuelas… Además de que se caen al lavarla, suponen un extra en horas de mano de obra que puede que alguien haga en condiciones laborales precarias.
  • Pregunta por la sección “eco” de la tienda. Muchas marcas están adoptando medidas ecológicas, sostenibles o de producción responsable. No siempre son prendas más caras, por si estás pensando en el precio. También puedes comprar en tiendas de segunda mano, como Humana o Intermon Oxfam, que son ONGs que se dedican a vender ropa usada para financiar proyectos sociales.
  • Usa la ropa en conciencia y luego ¡reutilízala! Pregunta a tus conocidos si la quieren, emplea los contenedores de ropa, dónala a tiendas de segunda mano… Resérvala para campamentos o para ir al campo. Si quieres puedes cambiar su aspecto, su color… ¡Dale a tu ropa una nueva vida!
  • Y, sobre todo, ¡cuéntalo!: exponer cómo gestionamos la ropa creará conciencia a tu alrededor y hará que más personas se unan a este sentimiento de justicia social.

Cuando vayas a comprar la próxima camiseta, piensa si cumples la Ley Scout cuando dice  “… amigo de todo el mundo”. No puedes permitir que se mantenga esta situación de abuso hacia personas de otros países e incluso niños. Piensa y actúa como un scout.

Derrumbamiento del edificio Rana Plaza en Dhaka, Bangladesh (2013).

Derrumbamiento del edificio Rana Plaza en Dhaka, Bangladesh (2013).

Derrumbamiento del edificio Rana Plaza en Dhaka, Bangladesh (2013).

Derrumbamiento del edificio Rana Plaza en Dhaka, Bangladesh (2013).

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